CIELO
Qué es el cielo sino un montón de cosas, depende a quien le preguntes.
Una esfera aparente azul y diáfana que rodea la tierra.[1]
La capa de atmósfera más visible a nuestros humanos ojos.
Un lugar espiritual y divino.
Un montón de gases ligeros.
La morada que habitan los que un día se fueron.
Si me preguntan a mí, el cielo son los viernes contigo,
tu risa a carcajadas;
las pequitas que te nacieron en los párpados;
tu constelación de lunares;
tus brazos que cuidan,
tus besos que abrazan.
Si me preguntan a mí, el cielo está entre tus manos,
en los detalles que aseguras;
en la perspicacia con la que procuras
los dobleces de tus barcos de papel,
el color de la tinta con que escribes,
el orden de los platos,
la rayita azul que te pintas en los párpados
porque alguien dijo un día que eso los hace ver más grandes.
A quien me pregunte, el cielo son treinta minutos contigo;
la mesa y la cama que compartimos;
las cosas que has llenado de colores y que ahora me recuerdan a ti:
las nubes, los rayos de sol cruzando las ventanas,
las aves que atraviesan el cielo majestuosas,
sin saber que el cielo,
-majestuoso-
está en ti.
Mi definición de cielo no tiene nada de ciencia,
todo de empirismo:
el cielo está en cualquier lugar donde cantes,
donde bailes, donde guiñes.
El cielo está cerca si tu estás cerca
y lejos cuando te vas.
El cielo me mira con su par de ojitos claros
y le miro de vuelta, agradecida por su inmensidad.
El cielo me cuida;
El cielo me arropa;
El cielo me habla;
El cielo está conmigo
porque estoy contigo aquí
flotando con tu compañía,
con la dicha de ser a quien bendices,
a quien cuidas, a quien amas.
El cielo es estar juntito de ti.
[1] Real Academia Española, RAE, “cielo”, Madrid, 2024, disponible en: https://dle.rae.es/cielo.
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