APUNTES SOBRE EL ENAMORAMIENTO Y LA ATRACCIÓN.

Alguna vez mi psicológa me contó que la diferencia entre la atracción y el amor está en la intimidad. Nos atraen otras personas porque nos resultan desconocidas y el desconocimiento lleva a la curiosidad. La curiosidad ha conducido a los seres humanos a probar y crear todo lo que conocemos, es nuestro instinto, pero también nuestra fuente de felicidad. Aprender sobre lo desconocido produce placer. Por eso nos emociona conocer a otras personas, porque, aunque no se trate de conocimientos científicos al final del día estamos descubriendo. Entre más elementos de conocimiento adquirimos nuestro cerebro más a gusto está porque se halla satisfaciendo su curiosidad sobre algo o alguien. 

Aunque en la vida cotidiana lo separemos y le demos grados de importancia distintos, nuestro cerebro está igual de feliz cuando conoce de matemáticas que cuando aprende algo nuevo sobre personas que nos atraen. Es decir, mi cerebro estuvo igual de estimulado el día que aprendí a multiplicar, que el día en que descubrí que tienes lunares en par por todo el cuerpo. 
 
Así es como funciona la atracción. Luego la atracción lleva al enamoramiento, respondiendo a lo desconocido hasta hacerlo familiar. Porque igual que en la academia, después de ser primerizo, uno se vuelve experto y por supuesto que las reacciones neuronales cambian. Es como leer un libro por primera vez y luego volver a leerlo: la primera vez -cuando todo es desconocido- descubrir la trama causa intriga; la segunda, cuando no todo es nuevo, leer causa tranquilidad porque se perciben detalles diferentes, se comprende más fácil, se sabe a dónde conduce la historia. 
 
El enamoramiento es algo parecido. Una vez que lo desconocido deja de ser desconocido, provoca tranquilidad y esa tranquilidad lleva a la posibilidad de aferrarse. Aferrarse es un término que suena fuerte, pero yo creo que es menos crucial de lo que se estima, pues todos los días estamos aferrándonos a algo, a nuestro sabor favorito de helado, a nuestros zapatos consentidos, a nuestra mejor amiga, a nuestra carrera; no es cuestión de necedad -como comúnmente se piensa- sino de abrazarse a lo que da seguridad. La gente que se enamora se está aferrando de aquello que conoció, le gustó y le dio tranquilidad. 
 
El enamoramiento y la atracción van de la mano, uno después de otro, o juntos. Pero también puede suceder que se vivan por aparte. Así como hay conocimientos que adquirimos y luego olvidamos, hay personas de las que nos sentimos atraídos y no nos enamoramos. Los factores que intervienen en este proceso deben ser muchos, yo quiero hablar de uno en particular: el ambiente propicio. Si yo hubiera nacido en una familia de músicos quizá habría tenido más estímulos y oportunidades de seguir aprendiendo a tocar el violín, pero no hubo un ambiente propicio. También tuvo mucho que ver el hecho de que decidiera que ser violinista no era mi prioridad y no abrirle al instrumento ni mi tiempo, ni mi espacio. 
 
¿Así pasará con las personas? Me gusta pensar que sí, pero cambia un detalle elemental, no se trata de un objeto de conocimiento -como el violín o un paper de química orgánica-, sino de un sujeto. La cualidad de estos últimos es que responden por sí mismos, tienen autonomía, actúan. Es decir, yo puedo decidir en qué momento conozco o no de química orgánica, imprimo el artículo, lo subrayo, hago anotaciones. No se va a escapar nunca de mi hambre de conocimiento porque se trata de un objeto. Las personas no. Las personas deciden si nos abren su casa, su corazón, su cuerpo, su vida, su tiempo, si nos dejan conocerles, si nos permiten que aprendamos de ellas, y el proceso de conocimiento es mutuo. Los artículos de química orgánica que descubrimos permanecen iguales después de que los leemos, no les aportamos nada, no hay reciprocidad, no hay intercambio de información. En cambio, una persona que nos permite conocerle de cerca también se está llevando datos sobre nosotros en el proceso. 
 
Por eso quiero agradecerte por dejarme enamorarme de ti. 
 
Recuerdo el día exacto en que descubrí que sentía atracción por ti, había un montón de interrogantes en mi cerebro, mi curiosidad en su máximo esplendor queriendo tener más información sobre tu existencia. Fue un flechazo, una dosis de dopamina sacudiéndome el suelo. Asombroso. Soy afortunada además porque la atracción no se fue nunca, contrario a lo que a muchas personas les pasa después de conocer a alguien, yo entre más conocía sobre ti, más quería saber. Y en esos días de leerte, de analizar tus gestos, la forma en que te ríes, en que comes, la manera en que miras a la gente y la voz que haces cuando estás coqueteando, el largo de tus pasos, tu sazón para cocinar, en esos días de aprender sobre ti me fui dando cuenta de que me estabas regalando eso que tanta gente en el siglo veintiuno se niega a dar: la posibilidad de enamorarme de ti. Me proporcionaste el ambiente propicio para estudiarte de cerca y también la seguridad necesaria para dejarte conocerme. 
 
Me enamoré de ti porque me gustó lo que conocí, pero también porque me permitiste entrar en tu casa, en tu cuerpo, en tu tiempo, en tu espacio, en tus recuerdos, en tu vida. Gracias por dejarme ver tus tatuajes de cerquita y por contarme de las cosas que te duelen, por hacerme un huequito en la cama y enseñarme las canciones que te gustan. Gracias por permitirme leerte, escucharte, sentirte, olerte, probarte, conocerte en todos los sentidos. 

Aquí vas a tener siempre un estante en mis recuerdos, en mi cuerpo y en mi corazón. El día que te encuentres dudando u olvidándote de lo alucinante que eres, puedes venir acá donde tenemos muchas fuentes de consulta sobre ti, todas provenientes de prácticas de campo que nunca se me han de borrar de la mente.


Matthias J. Gruber, et. al. “States of Curiosity Modulate Hippocampus-Dependent Learning via the Dopaminergic Circuit”, Neuron, 84, 486–496, Octubre, 2014. Disponible en https://www.cell.com/neuron/fulltext/S0896-6273(14)00804-6 

Ubillos, Silvia, et.al. "Relaciones íntimas: atracción, amor y cultura", en Psicología Social, cultura y educación, Pearsons Educación, España, 2004, disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=5082


Portero, Marta, Bueno, David, "El placer de aprender", Aula 275Septiembre 2018, pp. 18-22, disponible en https://consejoescolar.educacion.navarra.es/web1/wp-content/uploads/2018/10/1884.pdf


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